LA ESTRUCTURA DE LA PERSONALIDAD:
La teoría de Jung divide la psique en tres partes. La primera es el Yo, el cual se identifica con la mente consciente. Relacionado cercanamente se encuentra el inconsciente personal, que incluye cualquier cosa que no esté presente en la consciencia, pero que no está exenta de estarlo. El inconsciente personal sería como lo que las personas entienden por inconsciente en tanto incluye ambas memorias, las que podemos atraer rápidamente a nuestra consciencia y aquellos recuerdos que han sido reprimidos por cualquier razón. La diferencia estriba en que no contiene a los instintos, como Freud incluía.
Después de describir el inconsciente personal, Jung añade una parte al
psiquismo que hará que su teoría destaque de las demás: el inconsciente colectivo. Podríamos
llamarle sencillamente nuestra “herencia psíquica”. Es el reservorio de nuestra
experiencia como especie; un tipo de conocimiento con el que todos nacemos y
compartimos. Aún así, nunca somos plenamente conscientes de ello. A partir de
él, se establece una influencia sobre todas nuestras experiencias y
comportamientos, especialmente los emocionales; pero solo le conocemos
indirectamente, viendo estas influencias.
MANÁ
Debemos saber que estos arquetipos no son realmente cosas biológicas,
como los instintos de Freud. Son demandas más puntuales. Por ejemplo, si uno
sueño con cosas alargadas, Freud sugeriría que éstas representarían el falo y
en consecuencia el sexo. Jung propondría una interpretación muy distinta.
Incluso, el soñar con el pene no necesariamente implica una insatisfacción
sexual.
Es llamativo que en sociedades primitivas, los símbolos fálicos
usualmente no se refieran en absoluto al sexo. Usualmente simbolizan el maná, o
poder espiritual. Esto símbolos se exhiben cuando es necesario implorar a los
espíritus para lograr un mejor cosecha del maíz, o aumentar la pesca o para
ayudar a alguien. La relación entre el pene y la fuerza, entre el semen y la
semilla, entre la fertilidad y la fertilización son parte de la mayoría de las
culturas.
LA SOMBRA
Por supuesto que en la teoría jurguina también hay espacio para el sexo
y los instintos. Éstos forman parte de un arquetipo llamado la sombra. Deriva
de un pasado pre-humano y animal, cuando nuestras preocupaciones se limitaban a
sobrevivir y a la reproducción, y cuando no éramos conscientes de nosotros como
sujetos.
Los símbolos de la sombra incluyen la serpiente (como en el Jardín del
Edén), el dragón, los monstruos y demonios. Usualmente guarda la entrada a una
cueva o a una piscina de agua, que representarían el inconsciente colectivo. La
siguiente vez que sueñen que se están peleando con un luchador fortísimo, puede
que simplemente ¡se esté peleando con usted mismo!.
LA PERSONA
La persona representa nuestra imagen pública. La palabra, obviamente,
está relacionada con el término persona y personalidad y proviene del latín que
significa máscara. Por tanto, la persona es la máscara que nos ponemos antes de
salir al mundo externo. Aunque se inicia siendo un arquetipo, con el tiempo
vamos asumiéndola, llegando a ser la parte de nosotros más distantes del
inconsciente colectivo.
En su mejor presentación, constituye la “buena impresión” que todos
queremos brindar al satisfacer los roles que la sociedad nos exige. Pero, en su
peor cara, puede confundirse incluso por nosotros mismos, de nuestra propia
naturaleza. Algunas veces llegamos a creer que realmente somos lo que
pretendemos ser.
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